Me gusta cuando mamá se acerca a darme el beso de buenas noches porque parece un sonajero,
las pulseras de metal chocan unas con otras haciendo un ruido mágico, me acaricia mientras me duermo y yo sueño que floto en una colchoneta hinchable mecida por el mar y me envuelve el sonido que hacen las olas al chocar en la orilla, como cuando vamos de vacaciones a Alicante, y que ahora es la mano de mamá rascando mi espalda con sus uñas largas pintadas de negro; Se funde todo y me quedo frito.
las pulseras de metal chocan unas con otras haciendo un ruido mágico, me acaricia mientras me duermo y yo sueño que floto en una colchoneta hinchable mecida por el mar y me envuelve el sonido que hacen las olas al chocar en la orilla, como cuando vamos de vacaciones a Alicante, y que ahora es la mano de mamá rascando mi espalda con sus uñas largas pintadas de negro; Se funde todo y me quedo frito.
Mamá habla mucho y se ríe mucho y gesticula mucho, y con cada movimiento de muñecas suena una melodía, mamá toca el bajo, le gustan mucho la música y los inventos, porque ella es química, siempre estamos bailando y haciendo experimentos, el domingo pasado fabricamos un mini-submarino con una pajita, unos clips y una botella de agua para que entendiera los principios de Arquímedes y de Pascal.
He acabado los deberes y estamos descalzos en el salón, me ha atado una pulsera de cascabeles en el tobillo, ella lleva otra y nos estamos inventando un baile, de pronto se le ocurre una idea, otra, porque mamá es como un grifo de ideas divertidas: Juan ¡vamos a la cocina! entonces cogemos el cubo de chapas que usamos para hacer carreras por la alfombra del pasillo y lo volcamos en el suelo, clink, clink, clink, caen todas las chapas de metal, cogemos una sábana vieja de la abeja Maya y la cortamos en cuadrados, la doblamos por la mitad en forma de triángulo y pegamos las chapas en los bordes, hacemos dos pañuelos cada uno, uno nos lo anudamos en la cintura y el otro en la cabeza, no paramos de reír, cuando andamos suenan las chapas al chocar unas con otras y la abeja Maya cimbrea alegre, haciendo un ruido metálico, como de pandereta, mamá dice STOP y nos paramos, entonces no se oye nada y luego dice COMPÁS DE DOS POR CUATRO y vamos marcando con los pies cascabeleros mientras andamos por la casa: uno, dos, uno, dos y luego dice STOP, es muy divertido, después dice: A CORRER y corremos desordenadamente y luego dice STOP y así se va inventando normas y vamos haciendo música.
Mi amigo Miguel dice que mi madre es muy ‘guay’, su padre le deja venir a jugar a casa, a nuestro amigo Felipe le encantaría venir pero su madre no le deja, mi madre ha intentado hablar con la suya pero la madre de Felipe no quiere hablar con ella, y eso que mamá se disfrazó y todo para intentar convencerla. Mi mamá cuando va a hablar con las otras madres a veces se tiene que disfrazar para no asustarlas, sobre todo cuando no la conocen. Me dice: Juan, tú sabes cómo soy pero vivimos en una sociedad que todavía tiene muchos prejuicios, entonces yo le pregunto qué son prejuicios y me dice que son asociaciones que la gente hace y que socialmente las aprenden unos de otros, por ejemplo dice que la gente asocia los tatuajes a personas agresivas porque han visto muchas películas en las que los malos llevan tatuajes, y que la gente asocia los pelos de colores y las crestas a los drogadictos porque han visto documentales donde se asocia esa imagen a la droga y entonces yo le digo: pues yo de mayor voy a hacer películas y documentales donde los buenos tengan tatuajes, y pelos de colores y pulseras de metal que suenan al andar, y donde tocan el bajo en una banda de heavy metal, y mamá se ríe y me da un achuchón de esos que te dejan oliendo a su perfume todo el día.
Foto: rosegal.com |